Actuar de forma equilibrada requiere reconocer los opuestos y realizar un balance entre los mismos. Cuando experimentamos ese estado de equilibrio interno poseemos ecuanimidad. El autor Jordan B. Peterson en su libro 12 reglas para vivir, un antídoto al caos sostiene que los elementos fundacionales de este mundo son el orden y el caos. Considera al orden como la energía masculina que establece los patrones en la naturaleza, las normas, la estructura y nos hace sentir seguridad al experimentar lo familiar. Por el otro lado se encuentra el caos, la energía femenina; como todo aquello que resulta de forma inesperada, las crisis y lo que irrumpe en lo ya establecido por lo tanto es la creación de algo nuevo y distinto, es la creatividad. Por lo que vivir de forma equilibrada, requiere reconocer las fortalezas de nuestra energía femenina y masculina y vivir como si tuviéramos un pie en cada una de ellas y camináramos por el centro.
Los druidas representaban esta trinidad con la figura de los tres rayos. En el taoísmo se representa con el símbolo del yin y el yang. Cualquiera de las dos energías en exceso resulta en un desequilibrio y en una forma de vida insostenible. El caos, viene a nosotros cada cierto tiempo para permitir que creemos algo mejor. Esto mismo nos lo explica el autor Joseph Campbell en el patrón que se repite una y otra vez y que denominó el viaje del héroe. En el que el personaje inicia una aventura a lo desconocido; recibe ayuda de un guía o mentor; vive un conflicto o lucha de la que sale transformado; recupera la sabiduría o reflexión e inicia un nuevo ciclo. En realidad, no es que estemos caminando en círculos, recorremos la vida en una espiral ascendente o descendente dependiendo de nuestro trabajo interior. Algo similar ocurre con la órbita de los planetas o del sistema solar.
Quizá te tome por sorpresa la relación del caos con la energía femenina. Imagina un árbol, con unas raíces fuertes robustas, profundas e interconectadas. Esas raíces absorben los minerales y nutrientes de la tierra, lo que le permite crecer. Imagina entonces que cada uno de esas historias, patrones o creencias que hicieron hoy lo que eres, son los minerales y nutrientes que permitieron tu transformación. Ese caos que te hizo buscar algo distinto. Te invito que mientras lo visualizas de esta forma agradezcas cada una de esas heridas y situaciones; sin ellas no hubieras iniciado tu búsqueda. Siente que gracias a las raíces que crecen bajo la tierra, el árbol puede sostenerse y crecer erguido buscando la luz. Los vientos fuertes llegarán, lo harán moverse; pero sus raíces lo mantendrán firme.
El poeta Rumi, decía la herida es el lugar por donde entra la luz en ti. Es hermoso pensar que somos nosotros los que podemos decidir dejar entrar la luz a las heridas y transmutarlas en algo distinto. Asumir y sanar nuestra historia, nos permite vivir en ecuanimidad. Reconocer que estamos en un viaje cíclico, en el que el caos se presentará de forma constante. Recuerda que es importante no reaccionar a la situación; no cargar con el pasado; perdonar; practicar el desapego y no tomarse las cosas de forma personal y acepta la vida.
Me parece muy interesante como el escritor Jordan B. Peterson, explica la anatomía, los comportamientos territoriales y de competencia de las langostas; para que como seres humanos podamos conocernos mejor. Al realizar su conclusión recomienda adoptar una postura corporal erguida, aceptando la vida y su responsabilidad. Para este autor, con el hecho de adoptar una postura correcta, ya estamos conectando con nuestro ser y mandando una clara señal de que nos disponemos a transformar el potencial del caos que se presenta en una posible realidad con orden. Esta semana te propongo que hagas las paces con tus sombras y el caos en tu vida; que vigiles tu postura y que con la espalda recta envíes la señal clara al Universo de que eres una persona dispuesta a tomar la responsabilidad de crear tu vida.
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