Últimamente se ha hablado mucho respecto de la igualdad entre el hombre y la mujer. En mi opinión, para hablar del tema es necesario involucrar a la equidad, la historia, las estadísticas que reflejan la realidad, los valores y la cultura. Todas las personas contribuimos a construir, crear y reproducir la cultura que nos rodea. Las estadísticas siguen revelando que hay población que se encuentra en estado de vulnerabilidad por circunstancias particulares: edad, sexo, género, etc. Por ello, el concepto de igualdad no es suficiente; porque no se puede tratar igual a los desiguales.
Me parece que, para poder hablar del respeto para las demás personas, debo estar primero yo en equilibrio y respetarme a mí. Las personas poseemos dos energías diferentes. Se habla de ello en distintas cosmovisiones y sabiduría ancestral como: el ying y el yang. En términos de la física se utiliza el polo positivo y el negativo. Si pensamos en términos de energía, todo es energía y nosotros poseemos estos dos polos o energías. La femenina y la masculina. En la cultura que aprendimos, en los patrones heredados y en los condicionamientos sociales, se esconde una predilección por aquello que proviene de la energía masculina y culturalmente se nos ha hecho creer que las labores o tareas que provienen de la energía femenina son poco valiosas.
La energía masculina, da, busca dominar, competir, ve escasez, lucha, violencia, en cuanto al cerebro es la parte izquierda. Proviene del lado izquierdo del cerebro controla el lenguaje, el razonamiento, es lógico, matemático. Es como si tuvieras una maravillosa computadora personal. Origina el sentido de la identidad, el mío, de mí y yo. Es genial y puede hacer grandes operaciones. Pero al vivir una cultura que rechaza, excluye y desprecia aquello que aporta la energía femenina, genera falta de aceptación. Se trata del auto rechazo, y del rechazo a los ancestros que nos precedieron y a sus habilidades que nos heredaron. Además, ocasiona la incapacidad de reconocer y expresar las emociones, la poca habilidad para sanar. Un ego exacerbado desconoce que es parte de algo más grande, que el otro y tu son lo mismo, desconoce a Dios y entonces tu eres tú Dios. Tus logros, tu esfuerzo, tus habilidades, tú crees que eres quien posibilitó todo. Cuando alguna circunstancia con la que te identificabas se va, tu identidad y sentido del mérito te deja y parece que todo el mundo se desploma.
Se desconoce la sabiduría que acompaña a las emociones, las personas se dejan llevar por la emoción y se reacciona sin consciencia. Se busca recibir para sí mismo, pues no hay sentido de unicidad, con ello se van colocando barreras que impiden el flujo de la energía. Se trata de la competencia, sobresalir, ser mejor que, buscar el poder, controlar, dominar, etc. En el ámbito laboral, los liderazgos de este tipo eran muy comunes. Personas que dominaban, denostando a los demás, evidenciando los errores públicamente, rodeándose de personas con menor capacidad para evitar sentirse intimidados. Desde el ego, son incapaces de reconocer que no tienen todas las respuestas, evitan sentirse vulnerables y utilizan la agresión y la burla como medio de defensa. Los aciertos son suyos, los errores de los demás.
En cuanto a la abundancia, la energía masculina brinda la certeza de que todo es posible; si tienes dificultades para creerlo y poca auto-confianza verifica tu relación con tu padre, la relación de este con tu abuelo y sana lo que debas sanar.
La energía femenina, recibe, ve la conexión, la espiritualidad, es la creatividad, la abundancia para todos, la unicidad, la totalidad. Es la parte derecha del cerebro. El hemisferio derecho del cerebro controla la imaginación, la habilidad espacial, la creatividad y la intuición. La energía femenina, es la conexión con algo más grande. Como si esa computadora la conectas a la red de internet, al inconsciente colectivo. La persona siente la certeza de que no está sola, que todo está interrelacionado. Es lo que te permite sentirte parte del todo y conectarte con el plan divino; entonces ya nada es personal porque el otro es yo. Es el sentido de unicidad. La energía femenina permite la habilidad de reconocer la emoción, lo que indica y la sabiduría que encierra; también permite externar sentimiento y emoción a través de la palabra o el arte y sanar. Es la creatividad para transformar una situación, para descubrir diversas alternativas. Al sentirse parte de un todo, ve por el bienestar de los demás; porque el bien del otro, también es el mío.
Últimamente escuchamos liderazgos que dejan atrás el modelo jerárquico y son más horizontales, reconocen que no son expertos en todo y con honestidad admiten frente a su equipo que no poseen todas las respuestas. Prefieren admitirlo con honestidad y buscar una solución entre todos a vivir un fracaso con altos costos para la empresa. Buscan propiciar la curiosidad, la retroalimentación, la confianza y la creatividad, delegan tareas. Cuando algo no va bien acuden con la persona en privado, le expresan sus fortalezas y cualidades, las áreas de debilidad; le preguntan si hay alguna forma de ayudarles. Elogian en público y sostienen las conversaciones incómodas en privado.
La energía femenina contenida en todas las personas busca recibir, pero no para satisfacer únicamente sus necesidades. La energía femenina te hace sentirte una pieza de un rompecabezas mucho mayor, ver las necesidades del otro como propias y te permite recibir inspiración y creatividad para transformar lo que se recibe. Recibe la energía, la transforma y la da a los demás; así el flujo de la energía continua de forma abundante.
En la actualidad, se confunde la igualdad y se sigue pensando en reproducir la cultura masculina exacerbada para tener éxito. No se trata de igualdad para reproducir conductas que se originan en la cultura masculina desconectados del aporte femenino. Porque, la desconexión y estas conductas favorecen el ego, la violencia, la destrucción y la aniquilación del ser. Entonces no se trata de la igualdad de la mujer para copiar lo malo que hace el hombre al vivir los valores masculinos olvidando los femeninos. No se trata de ejercer el poder sin reconocer la visión y aporte de los demás, no es recibir para sí misma. Se trata de liderazgos con conexión, resiliencia, vulnerabilidad, tomando como valioso el aporte de los demás. Se trata de recibir, tomando en consideración las necesidades de los demás; para con creatividad contribuir a un plan mayor y buscar dar en aquellas áreas que tendrán un mayor efecto.
No se trata de ocupar un cargo, para ejercer un poder, de evidenciar públicamente los errores de otros. En cambio, busca la conexión con quien te rodea, conocer que le aqueja, que le motiva. Un ego descontrolado e inseguro busca rodearse de personas que no le intimiden, que lo hagan verse el más inteligente. Tú, prefiere rodearte de personas que superen tus conocimientos y habilidades para que puedas crecer. Cuando contrates a alguien, pregúntale qué fracasos ha tenido anteriormente y cómo los enfrentó; pregúntale si existe un área en la que desee mejorar y si cree que tú lo puedes ayudar.
Nadie da lo que no tiene. Para verdaderamente participar en una búsqueda del respeto a la mujer, comienza por integrar y equilibrar tus dos energías la femenina y la masculina. Porque, así entre personas equilibradas con sentido de unicidad; podremos hablar del respeto al otro, porque se trata de mí. De realizar acciones con: cortesía, nobleza y compasión; conscientes de que el mundo que nos rodea no ofrece las mismas oportunidades para todos. Se trata de cuestionarnos ¿Cómo puedo agregar valor a la vida de quienes me rodean?
Se trata de abrir los ojos y reconocer que la cultura que hemos creado ofrece riesgos para las mujeres y niñas. Por ello, las acompaño, las cuido y colaboro con ellas; porque reconozco la injusticia en los hábitos, patrones y creencias que históricamente venimos reproduciendo como sociedad.
Yo siento que sí estoy cambiando, porque hace algún tiempo ni siquiera hubiese reconocido la sombra que impide que avance en mi crecimiento personal, a la que, por cierto tampoco puedo hacer responsable de mis confusiones y desaciertos en mi vida, pero ahora que la acepto lo que sigue es trabajarla y considerarla parte de mí para que así deje de gobernar mis pensamientos y emociones. Espero pronto dejar de identificarme con ella y llegar a ser realmente un Ser Humano, capaz de comprender y aportar algo positivo a mis semejantes. Por otro lado agradezco infinitamente sus conocimientos impartidos y que han contribuido en gran medida para comenzar a despertar. Gracias a Anastacia, Itzia y todos los compañeros del curso.
Gracias por compartir tus experiencias, recuerda que la sombra es parte de ti. Se requiere de obscuridad para revelar la luz. Ya viste tus emociones negadas, tus creencias aprendidas, etc; lo importante es que harás con esta experiencia, recobrar la sabiduría que estás lecciones te brindaron y abrazar tu sombra