Brené Brown, quien es una de mis autoras favoritas, esta semana conmemoro los diez años de haber publicado su libro “Los regalos de la imperfección”. Ese libro marco un cambio en mi vida y cada vez que lo leo aprendo algo distinto. Su propuesta de reconocer, integrar y apreciar la vulnerabilidad me parecía revolucionaria. De igual forma, su invitación a revisar los valores en tu vida e integrar:  juego, creatividad, autenticidad, autocompasión, resiliencia, gratitud, alegría, intuición, la atención plena, etc; me resultaba un reto.  Hoy su propuesta forma parte de los valores en mi vida. Coincidentemente, me parece que su mensaje nuevamente es necesario y aplicable a estos tiempos en que soltamos nuestras expectativas y vivimos con lo que el día nos ofrece.

Intentamos sostener un hogar con todos sus integrantes en casa en un cumulo de emociones y necesidades individuales; en un espacio que a la vez debe brindar la posibilidad de realizar actividades laborales, educativas y físicas. Muchas personas, mujeres en su mayoría, se encuentran realizando malabares para poder atender estas nuevas cargas y a la vez convertirse en guías o educadoras para sus hijos e hijas.  Aquí, me gustaría recordar que hay diversos esquemas y roles y todo depende de las creencias que se comparten y reproducen en familia.  Muchas mujeres desde sus creencias del deber ser mujer, asumen toda la responsabilidad, por que esta en el fondo el miedo a la imperfección o la vergüenza de no cumplir con lo que creo o me han enseñado que debe hacer una mujer-madre-esposa.

No hay vida perfecta, somos seres humanos imperfectos y con todas nuestras fallas y debilidades merecemos todo lo bueno. Debemos aprender a aceptarnos y en esos momentos en que la voz interior busca atormentarnos con expectativas de lo que “debemos” realizar, hablarnos como le hablaríamos a un ser querido. Con frecuencia somos más duras para juzgarnos a nosotros mismas que a los demás.

Una parte del dar y recibir; también con lleva permitir que los demás miembros de la familia sean responsables y participen en las tareas del hogar que todos compartimos. Los niños y niñas, pueden realizar muchas actividades de acuerdo a su edad. El participar en mantener la casa limpia, la ropa o los trastes les ayuda a sentir que su aportación es valiosa y a valorar dichas actividades.

Los hombres, también merecen disfrutar de un nuevo esquema en el cual puedan conectarse a nivel profundo con sus hijos e hijas, que puedan descubrir una nueva forma de paternar. Paternar estando presente en la vida de sus hijos e hijas y buscando guiar sus emociones. Hoy en día existen muchas actividades y herramientas para ayudar a los niños a identificar sus emociones y a recuperar la calma -respirar, contar, leer, escuchar música, meditar, usar aceites esenciales, etc-

En cuanto a las actividades escolares, les invito a recordar que estamos desarrollando el sistema sobre la marcha. Seamos generosos con el profesorado y con nosotros mismos. La tecnología y la conexión a internet fallan y quizá no tienes todos los materiales en casa. Se trata de hacer lo mejor posible con lo que tienes y pensar que las otras personas están actuando desde su nivel de consciencia para hacer lo mismo.

Dejemos atrás el perfeccionismo, no te compares con lo que venías haciendo en el pasado o con la visión de futuro que tenías construida. Vive este presente que nos esta invitando a valorar la conexión; a integrar la creatividad y el arte para sanarnos; a ser resilientes; a descubrir como mantener relaciones profundas de nuevas formas; a descubrir que nos gusta y que no; a reinventarnos y crear algo nuevo.

Tratemos de mantener una mentalidad abierta, de hablarnos con compasión y generosidad, de aceptar lo que se presenta a nuestra vida, sin negarlo. Si algo sucede o se presenta busca el ¿para que? Trata de ver el mensaje que dicha situación trae.  No hay planes preestablecidos para esta contingencia. Lo estamos haciendo sobre la marcha. Esa es la vida, experimenta, observa que te funciona, que debe irse y vuelve a experimentar.