La palabra honestidad proviene del latín es la cualidad de ser decente, decoroso, razonable u honrado. Requiere una congruencia contigo, con tus valores, creencias y un análisis profundo de tu propio ser. Es importantísimo expresarnos con honestidad a los demás; pero todavía más importante es ser honestos con nosotros mismos.
Las personas y situaciones que se presentan en nuestra vida; están ahí para permitirnos desarrollar lo mejor de nosotros, nos ofrecerán retos y surgirán situaciones que traerán a flote nuestras heridas. Con frecuencia la primer emoción que surge es la ira o el enojo, ya que es la indicación de que la otra persona esta cruzando un límite. Pero, además eso ¿Qué más me indica esa emoción? Si logras controlarte para hacer un análisis más profundo podrás con posterioridad expresar más claramente lo que es importante para ti.
Esta semana una persona me platico de una oportunidad de trabajo que le había surgido y al hacerlo me comento dos circunstancias en el con desaprobación. Le hice las preguntas ¿Por qué? y resulto que esas circunstancias eran discordantes con su propio esquema de valores; pues con su conocimiento sobre el tema y experiencia sabia que el material utilizado en el lugar para dar el servicio no era el de mejor calidad e incluso podía generar otros problemas a las clientas. Descubrió que ella acostumbraba a brindar el servicio cuidando extremadamente ese aspecto por respeto y cuidado a sus clientas y eso le gustaba mucho. Descubrió que en realidad había algo mas profundo, sus valores; que claramente no eran los mismos que los del lugar de trabajo.
En otras ocasiones, no se trata de los valores sino de nuestras creencias respecto al «deber ser» y los «roles» que jugamos. Quizá la situación nos revela que la otra persona esta hiriendo nuestras expectativas y no responde o actúa a la forma en que nosotros suponemos debe hacerlo. Creo que en estos casos también es una oportunidad para hablar de los valores y poder construir relaciones sólidas o reconocer cuando la relación esta construida sobre cimientos débiles. Cuando nos relacionamos con otros, podemos comprendernos más a nosotros mismos y es cuando más necesitamos reconocer que somos amor.
Pero no la idea del amor romántico, interesado o desde el apego. El amor divino, el amor de reconocer que todo en el universo esta creado con amor. Yo soy amor y el otro también. No necesita hacer nada para ganárselo. La honestidad requiere valentía y coraje. Te hará revisar tus sombras, los pensamientos más ocultos. Lo primero es amarte a ti tal cual eres y aceptarte con esa sombra, con esas historias y con todo eso que no deseabas ver. La honestidad te hará ver tus propios sesgos; tus prejuicios y filtros que están haciendo que veas el conflicto de una determinada forma. Después de amarte a ti e integrarte, podrás ver al otro. No se trata de dar para esperar recibir amor y retirar el amor. Se trata de comprender que el otro es tal cual es, aceptar y decidir si esa diferencia es tan trascendente que en realidad nos traicionaríamos de continuar con esa relación. En una mentira se requieren dos partes, quien emite el comunicado y quien lo acepta. En muchas ocasiones la mentira nace en la interpretación del mensaje, cuando el receptor engañándose a si mismo decide matizarlo, negar o adecuar el mensaje.
Recuerda que las acciones hablan más que las palabras. ¿Qué dicen las acciones?
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