Como madres, podemos contribuir a que nuestras hijas e hijos reconozcan sus emociones y compartan su sentir. Los hijos aprenden lo que ven. Hace algunos años comprendí, que hacia más daño a mis hijos el ocultar o negar mis emociones. Explicarles que sentía enojo o estrés o ira y el porque aún se me dificulta. Requiero de controlar mis reacciones y mantener la ecuanimidad no es fácil. Pero al menos, así mis hijos pueden ver la dificultad y la importancia de hacerlo. Es importante explicarles que al conversar o dialogar con otra persona, cada una tiene derecho a tener su punto de vista, cada una puede experimentar una emoción distinta del mismo hecho y es válido. Al mostrarles que cuando escuchamos sus argumentos y explicar su emoción, validamos su sentir; les enseñamos con el ejemplo. No es posible decirle al otro que eso que siente no es cierto.
A medida que crecen, hay que mostrarles que nuestro tiempo es valioso y que podemos tener espacio para nosotras mismas. Que en la medida que tengamos salud, amistades y otras áreas, somos mejores. Enseñarles a poner límites de acuerdo a sus valores. Enseñemos a nuestras hijas e hijos a valorar su tiempo, su aportación a las labores del hogar y a amarse. Mi hija de 5 años se ríe cuando le pido que se mire al espejo y se diga a ella misma “me amo”.
Conforme crecen, buscan descubrir su identidad propia y llega la rebeldía. Tienen derecho a descubrir sus propios caminos a cuestionar y a buscar otras formas de ver la vida. Entonces, llega el momento de hablarles de la intuición. De la importancia de escuchar a su cuerpo y las señales que reciben por su seguridad. De inculcarles la practica del autoconocimiento. El que puedan observar sus patrones de conducta y su forma de relacionarse con otras personas. En mi experiencia, la mejor forma de hacerlo es hacer preguntas. Cuando les preguntas sobre un tema, obligamos a que reflexionen y se escuchen ellos mismos al dar su respuesta.
Yo leí por primera vez un libro de inteligencia emocional cuando tenía más de treinta años. Estoy convencida de que lo que he aprendido es de gran utilidad y busco incorporar formas diarias de hablar de diversos temas con mis hijos. Ayer escuche a mi hijo decir de nada y le explique que es una forma de detener la abundancia y no reconocer el valor de su aportación. También procuro que comprendan que la práctica del perdón es por su propio bienestar, para que no guarden el resentimiento.
Mostrar a nuestros hijos e hijas, que aceptamos nuestro cuerpo y sus cambios. Cuando yo era adolescente ocultábamos todo aquello que era referente en nuestra sexualidad. Hoy hablamos de la menstruación y de muchos otros temas en la mesa. Me parece que muchos de los problemas en las relaciones sentimentales de las personas de mi generación, se originaron porque mujeres y hombres hablamos lenguajes distintos. Las mujeres hablamos de emociones, pero no se nos permitió conectar con nuestra sexualidad. En cambio, a los hombres solo les fue permitido incursionar en ese tema y hablar de sus emociones les fue negado.
Permitirnos sentir la sensualidad es una parte importante de nuestra naturaleza. Nosotros les damos un ejemplo de cómo ser hombre o mujer y de cómo relacionarse en pareja. Con nuestras acciones les demostramos, cómo mediante prácticas sencillas podemos reforzar nuestra autoestima, Compartiendo nuestros retos y desafíos, les mostramos que la vulnerabilidad es una fortaleza sí tratas de encontrar el para que de la experiencia. Con nuestras acciones podemos hacerles sentir confiados de que el fracaso, trae la sabiduría que les acercará más al resultado deseado.
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